Aunque el índice de precios de los alimentos de la FAO cerró en 2022 como el más elevado de la historia, fulminando el récord del 2011; en el primer trimestre del 2023 se consolida un año de precios en baja de las principales materias primas alimentarias (trigo, maíz, arroz, aceites, carnes, lácteos y azúcar) después de haber alcanzado su máximo histórico mensual de 159,7 puntos en marzo de 2022, una vez iniciada la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania.
Y es que en enero de 2023, este índice de precios alcanzó los 130 puntos, correspondiente a 1,2 % o 1,6 puntos inferior a diciembre 2022; con igual comportamiento en febrero, posicionándose en 129,7 (0,6 % o 0,8 puntos menos, respecto a enero). Para finalizar marzo en 126,9 puntos (2,2 % o 3,0 puntos menor a febrero). E indicando una disminución de 20,5 % (32,8 puntos), respecto al año anterior.

Por supuesto, más allá del discurso sobre la disminución de precios debido a la fuerte competencia entre exportadores, principalmente de Rusia; la prórroga de la Iniciativa sobre los Cereales del Mar Negro, que permite la exportación de los granos de Ucrania; o la perspectiva de una cosecha de maíz sin precedentes en Brasil; sigue siendo la estabilización a la baja del precio de la energía, principalmente el petróleo, que en marzo de 2023 se retrajo un 4,2 %, respecto a febrero, el que influencia el precio de los alimentos, tal cual sucedió en el alza histórica de marzo 2022.
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