LA RECUPERACIÓN ALIMENTARIA DE VENEZUELA 2022

En la República Bolivariana de Venezuela actualmente se discute si se lleva a cabo o no, lo que de antemano catalogamos como un proceso de recuperación ante el bloqueo, partiendo de la estabilización política, principal estrategia nacional, que viene impactando en todos los ámbitos de la nación, especialmente en lo económico desde 2021, cimentándose en 2022. Y por supuesto, no escapa el sistema agroalimentario por la estrecha relación que tiene con los hidrocarburos y que analizaremos a continuación en Recuperación alimentaria de Venezuela 2022

De las sanciones a la recuperación.

Respecto a la recuperación como acción y efecto de recuperarse, en todo caso, volver en sí, volver a un estado de normalidad después de haber pasado una situación difícil; un sector opuesto al Gobierno Nacional genera igual matriz de discusión que con las Medidas Coercitivas Unilaterales  (MCU: órdenes ejecutivas/leyes) o sanciones con las cuales se aplicó el bloqueo económico, financiero y comercial por parte de Estados Unidos para imponer el cambio de régimen por uno afín a sus intereses estratégicos y que por supuesto, abarca el ámbito político, militar, diplomático y acompañado por la gigantesca propaganda mediática.

Y es que a partir de la imposición de las “sanciones”, primero negaron su existencia, luego las justificaron, hasta que finalmente las admitieron y pedían abiertamente más y más, soportadas en que estas no causaban daño al pueblo venezolano y después de ocho años pesan 927 MCU sobre la República Bolivariana de Venezuela y ubicándola entre el quinto y sexto país más sancionado del mundo, dependiendo de la fuente con que se mire.

Por lo tanto, mientras desde el Gobierno Bolivariano se habla de una recuperación paulatina en todos los ámbitos, sectores contrarios afirman que no es así, que Venezuela no se “arregló”, como si recuperarse de los daños causados por ocho años de sanciones dirigidas por la primera potencia mundial y que no terminan, porque hasta en el 2022 se siguieron imponiendo, puede hacerse de la noche a la mañana. Sobre todo, si la industria estatal que mueve al país fue directamente la más atacada y devastada.

Ahora bien, siendo inocultable el asedio que ha mantenido la primera potencia mundial, aunque en decadencia, contra Venezuela, la Revolución Bolivariana y su Gobierno desde la época de Chávez, pero sobre todo contra Nicolás Maduro, los números reflejan que las sanciones han impedido a la primera reserva mundial de petróleo, la producción de 3995 millones de barriles, perdiendo ingresos estimados en USD 232 mil millones, solo en el sector petrolero.

Además, durante la presentación de la Memoria y Cuenta del año 2022 del Presidente de la Nación se pudo conocer que alcanzan los USD 642 mil millones en pérdidas, relacionadas al impacto sobre las actividades no petroleras, esto quiere decir, impidiendo las inversiones de capital o la compra de materias primas y en resumen, que a Venezuela se le ha robado 411 millones de dólares al día, en los último años.

Este impacto ha sido evidente en la vida cotidiana del pueblo venezolano, con un marcado periodo de desestabilización política desde las ‘guarimbas’ dirigidas por Leopoldo López en 2014, hasta la última escena del fatídico autoproclamado de la plaza y su absurda “presidencia interina” hasta 2022, que solo sirvió para facilitar el saqueo de la nación.

Por supuesto, permeando todos los factores del poder nacional, incluyendo el sistema agroalimentario, cuyo tema de los alimentos, fue la punta de lanza utilizada durante los tiempos de mayor asedio para mantener a Venezuela constantemente en agenda internacional y así, facilitar una intervención militar “humanitaria”, avalada por la comunidad internacional, como último recurso para alcanzar el cambio de régimen.

Sin embargo, la estrategia nacional del Gobierno Bolivariano, permitió no solo resistir el mismo, reavivando el carácter y la moral del venezolano, sino que con el paso de los años y la puesta en marcha de ciertos instrumentos para ello, pudo ir poco a poco revirtiendo el daño causado y por lo tanto, superando la etapa de parálisis y colapso que se intentó imponer con la guerra multiforme, multidimensional, híbrida o difusa.

Esta recuperación ha sido advertida por organismos como el FMI y la CEPAL. El primero, estimó para Venezuela en abril de 2022 un crecimiento del 1,5 % y en octubre aumentaba su estimación a 6 %. El segundo, a principio de año proyectó un crecimiento del 3 % y en noviembre de 10 %, además ubicando al país en el segundo con mayor crecimiento en América Latina y el Caribe[1].

En 2023, la CEPAL en su Informe sobre perspectivas del comercio internacional, estimó que Venezuela era el segundo país de la región con las mayores alzas del valor exportado, que junto a otros países, considerados exportadores netos de hidrocarburos, se han beneficiado del alza de los precios en el 2022, “debido principalmente a la reanudación de las exportaciones de petróleo hacia los Estados Unidos y Europa” [2], en un contexto marcado por el conflicto entre la Federación de Rusia y la OTAN.

Y finalmente, el Banco Central de Venezuela confirma el crecimiento del 17,73 % de la economía entre enero y septiembre de 2022, mientras que el cierre de año estaría alrededor del 15 %, después del repunte de la economía en 2021 e identificado como el primer año de crecimiento económico desde que empezó el asedio.

Particularmente, la agricultura creció un 4,84 % de enero a septiembre de 2022, ocupando el 5,28 % del total del PIB y asumiendo como sistema al sector agroalimentario nacional, se le deben sumar por ejemplo, las actividades de alimentos y bebidas del sector manufacturero, así como también, un componente de productos químicos, relacionado a la reactivación de Pequiven[3], que tiene alto impacto en fertilizantes y otros productos necesarios para el suministro de alimentario.

Por lo tanto, sí se transita por un proceso de recuperación económica en Venezuela y aunque no alcanza el estado completo de normalidad antes de las sanciones, sí explica la superación de la situación más difícil y que se expresa también en el sistema agroalimentario nacional.

Sobre la recuperación alimentaria 2022.

En 2020, en medio de la pandemia mundial por la Covid-19 conocíamos el informe del Departamento de Agricultura (USDA)[4] 2020/21 sobre Venezuela, donde se explicaba que el bloqueo a PDSVA había imposibilitado al Gobierno para mantener los programas sociales alimentarios, así como importar semillas certificadas, fertilizantes, entre otros insumos agrícolas.

Además, que se exacerbaría la caída de la producción nacional de alimentos impidiendo la importación de combustibles bajo el lema: “sin combustible no se pueden hacer funcionar los tractores”, o sea, siempre amparados en el hambre de la población venezolana, que recuerda el eslogan de la oposición para ganar mayoría en la Asamblea Nacional en 2015 y que abrió las puertas de par en par al bloqueo de Venezuela, mientras cabalgaban entre el sufrimiento del pueblo y la última cola.

Y por otro lado, sin menospreciar el impacto real del bloqueo en la alimentación, también conocíamos el mismo año de pandemia, la utilización manipulada de indicadores alimentarios por ONG, agencias y organismos multilaterales para ubicar a Venezuela como la cuarta crisis alimentaria más grave del mundo y sin reconocer el impacto de las sanciones.

Por supuesto que ante este escenario, entre las decisiones presidenciales se retomó la Gran Misión AgroVenezuela para reimpulsar la producción nacional de alimentos, cuyo retroceso empezó en 2014 y al calor de los números, su mayor caída es en 2018, indicando un progresivo ascenso desde 2019 a la fecha, superando las 18 millones de toneladas de alimentos primarios, que al igual a la recuperación económica, por supuesto, no alcanza aún la producción normal antes del bloqueo y menos, los más altos registros del país logrados por la misma Revolución Bolivariana (ver imagen 1).

Imagen 1. Producción primaria nacional de alimentos en Venezuela (1998 – 2022)

Una recuperación de la producción agropecuaria que comienza a levantarse incipientemente en 2019, coincidente con el arrecio de las sanciones al Gobierno venezolano por parte de los Estados Unidos y de la mano de Juan Guaidó, impidiéndole la importación de alimentos a través del principal programa de subsidio alimentario (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) y que desembocó en un mayor esfuerzo para garantizar la alimentación a la población venezolana, con impacto en la producción nacional, haciendo que los combos de alimentos conformados por productos nacionales se incrementaran del 10 % en 2018 al 61 % en 2019 y al 91 % en 2021.[5]

Además, esta recuperación también se ha complementado con la importación de materias primas alimentarias y alimentos procesados, que entre 2021 y 2022, se realiza exclusivamente por el sector privado, superando las 4 millones de toneladas, que sumadas a la producción nacional superaron las 22 millones de toneladas de alimentos disponibles en 2022 y significando el 92 % de productos alimentarios procesados nacionalmente.

Y entre los alimentos que expresaron aumento entre el 4 y 38 % de la producción industrial del sector agroalimentario se encuentran la harina de trigo, embutidos, sardinas, pastas, aceite, café, pollo, leche, arroz, azúcar y carne bovina, respectivamente. Destacando, el atún enlatado con más del 77%.

Como resultado, se ha elevado el abastecimiento nacional de alimentos para la población venezolana, indicando una recuperación del 85 % entre 2016 y 2022 (ver imagen 2), posicionándose en 97 % al cierre del año, acompañado por una mayor disponibilidad nacional de proteínas del 78,3 % (ver imagen 3).

Imagen 2. Abastecimiento de alimentos en Venezuela (2016 – 2022).
Imagen 3. Disponibilidad Nacional de proteínas en Venezuela (2015 – 2022).

Un abastecimiento reforzado por los programas alimentarios como los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) o el Plan Venezuela Libre de Vulnerabilidad Nutricional, llevado a cabo quirúrgicamente en sectores sensibles de la población, entre muchos otros; que han permitido a más de 7 millones de personas (21,4 %) superar el déficit nutricional entre 2017 y el año que recién termina (ver imagen 4).

Imagen 4. Déficit nutricional de Venezuela (2017 – 2022).

Tendencia, en concordancia con los datos que ha venido publicando la FAO en 2022, indicando que el Índice de Prevalencia de Subalimentación en Venezuela (IPS) disminuyó en 2021 al 22,9 % de la población o 6,5 millones de personas, traduciéndose por supuesto, en la superación del bloqueo de alimentos que pretendía matar de hambre a la población venezolana para justificar el cambio de régimen, y por otro lado, ratificándose que las sanciones sí tienen impacto proporcional en la insuficiencia alimentaria del país (ver imagen 5).

Imagen 5. Índice de Prevalencia de Subalimentación vs. sanciones impuestas a Venezuela desde el 2014 – 2022.

En resumen, ocurre la reducción de la subalimentación en Venezuela, soportada en una política acertada de la lucha contra el hambre, que acabó el relato para atacar al país en medio del bloqueo, por la exacerbación de las vulnerabilidades que afectaron crudamente a la población nacional.

No es magia.

Estos logros efectivamente no son magia, se soportan en una estrategia nacional que inició en 1999 con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y una cantidad de políticas de control sobre el sistema agroalimentario venezolano que permitieron potenciar el poder nacional, sentando las bases para resistir ocho años de asedio.

Entre estas acciones se encuentra la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario nacida en 2001, que ha permitido regularizar 13 millones sesenta y dos mil ciento noventa y cinco hectáreas (el 71 % de la tierra completamente adjudicada) con 402 mil ochocientos treinta y seis instrumentos, entre garantías de permanencia y adjudicaciones (ver imagen 6). Estando el 22 % de las hectáreas totales, entregadas a mujeres.

Imagen 6. Histórico de las regularizaciones de tierras por el Instituto Nacional de Tierras de Venezuela (2003 – 2022). Fuente INTI (2022)/ http://www.inti.gob.ve/

Solo entre el año 2021 – 2022 se regularizaron un millón trescientas cincuenta y dos mil doscientas sesenta y seis hectáreas. Más del 73 %, adjudicada[6].

Línea estratégica para la lucha contra el latifundio en Venezuela, que mantenía las tierras buenas y fértiles en pocas manos, convertidas en latifundios inhóspitos, abandonadas e improductivas a lo largo y ancho del país, de las cuales se han rescatado más de 4 millones cien mil hectáreas para la producción y en beneficio de la nación.

A esto, se suman otras acciones de importancia estratégica, como la producción de semilla nacional que en Venezuela se inició en 2004 con el Plan Nacional de Semillas[7], desplegado en todo el país en una primera fase o etapa para los cultivos de caraotas, maíz, fríjol, yuca, papa y caña de azúcar.

En el 2013, Venezuela lograba la soberanía en semilla de papa nacional con la obtención de las variedades Andinita y María Bonita; mientras se producía el 40 % de la semilla de maíz.

En el 2019, en medio del bloqueo, Venezuela se había ahorrado 400 millones de dólares que se destinaban a la compra de simientes de semilla de papa en el exterior[8], a través del proyecto de semillas de papa nativa, dentro del programa “Alianza científico-campesina” para “rescatar, conservar y multiplicar la semilla campesina y sembrarla”[9].

En 2021, Venezuela alcanzaba una cifra récord en la producción de semillas de maíz de 21.600 toneladas, destinadas a más de un millón de hectáreas.

Logros que no son magia, es una política nacional, que como vemos, no rinde frutos de la noche a la mañana pero, los rinde, cuando las decisiones son tomadas con visión estratégica para fortalecer el poder de la nación a corto, mediano o largo plazo.

Planteamientos finales.

Entre tanto, se avanza en un proceso de recuperación alimentaria en Venezuela, aunque esta aun no representa los más altos niveles logrados en el país por la propia Revolución Bolivariana, antes del bloqueo, por lo tanto, no significa la superación total del mismo, pero sí de importantes avances.

Esta recuperación total e irreversible dependerá del papel que juegue el sistema agroalimentario en el país, con sanciones o sin sanciones, entendiéndose en la superación definitiva de la relación dependiente, desde una posición periférica subordinada al sistema agroalimentario mundial, al trasnacional del agronegocio, que además, depende de los hidrocarburos, influenciando el comportamiento del suministro de alimentos en el mundo y del cual no escapa Venezuela, por ser poseedora de grandes reservas para un proceso de transición energética mundial, que no será en lo inmediato al 2030 como se ha querido imponer desde los grandes centro de poder.

Y es que el desempeño económico venezolano del 2022, aumentó por la recuperación de la capacidad de producción de crudo y los incipientes ingresos petroleros que son aproximadamente el 9 % de lo que se obtenía por año, antes del bloqueo, sin embargo, también inciden en el comportamiento del sistema agroalimentario nacional, por ejdmplo, con la reactivación de Pequiven y Monómeros Colombo Venezolanos (ver imagen 7).

Imagen 7. Ingresos petroleros de Venezuela vs. Producción primaria nacional de alimentos (2005 – 2022).

Más allá, es innegable que en 2022 hay importantes avances encaminados a garantizar plenamente la seguridad alimentaria en el país en cuanto a producción, disponibilidad y acceso a los alimentos, este último, particularmente en lo físico, cuya meta debe alcanzar al ámbito económico, o sea, alcanzar a toda la población. Un horizonte que solo la Revolución Bolivariana ha sido capaz de lograr en Venezuela.

Y superando el tema de la seguridad alimentaria, continuar el camino al estadio superior basado en la soberanía alimentaria “plena”, que será realmente el blindaje ante las sanciones y el bloqueo, que aún se mantiene, o ante cualquier otra amenaza a la nación. Llamado que el propio Presidente ha hecho al proponerse como meta la autosuficiencia alimentaria.

Por ahora, el punto es para la Revolución Bolivariana.


[1] CEPAL. (11 de 2022). Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2022. Obtenido de Dinámica y desafíos de la inversión para impulsar una recuperación sostenible e inclusiva: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/48077/S2201058_es.pdf?sequence=4&isAllowed=y

[2] (CEPAL, 2023) CEPAL. (01 de 2023). Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2022. Obtenido de El desafío de dinamizar las exportaciones manufactureras.

[3] (BCV, 2022) BCV. (30 de 12 de 2022). El PIB de la economía venezolana creció 17,73% en el período Enero-Septiembre de 2022. Obtenido de https://www.bcv.org.ve/notas-de-prensa/el-pib-de-la-economia-venezolana-crecio-1773-en-el-periodo-enero-septiembre-de-2022

[4] (United States Departament of Agriculture, 2020) Foreing Agricutural Services. Recuperado el 03 de 07 de 2020, de Report: Grain and Feed Annual: https://apps.fas.usda.gov/newgainapi/api/Report/DownloadReportByFileName?fileName=Grain%20and%20Feed%20Annual_Caracas_Venezuela_03-27-2020

[5] (Sánchez Guevara, 2022) Sánchez Guevara, C. (14 de 03 de 2022). Clap: Vanguardia de resistencia contra el bloqueo en Venezuela. Obtenido de Alimentos Y Poder: https://alimentosypoder.com/2022/03/14/clap-vanguardia-de-resistencia-contra-el-bloqueo-en-venezuela/

[6] (INTI, 2023) INTI. (01 de 2023). Tierra y Futuro. Reflexión y debate en materia agraria N° 2. Obtenido de Revista del Instituto Nacional de Tierras.

[7] (Instituto Hugo Chávez, 2005) Instituto Hugo Chávez. (20 de 03 de 2005). Aló Presidente N° 216 . Obtenido de Campo Experimental Del Inia Sabaneta, Estado Barinas, Venezuela: https://chavezporsiempreiaepch.blogspot.com/p/20032005.html

[8] (RT, 2019) ¿Cómo Venezuela ha ahorrado más de 400 millones de dólares con la semilla de papa? Recuperado el 27 de 11 de 2019, de https://actualidad.rt.com/actualidad/318369-venezuela-ahorrar-millones-semilla-papa

[9] (RT, 2019) Ibid.

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